jueves, 26 de septiembre de 2013

Pequeñas miserias



El ser humano puede llegar a ser maravilloso o todo lo contrario, un saco de miserias.

No hace falta ser un criminal, ladrón o cargarse cualquier otro mandamiento, solo hace falta ser miserable.  No miserable a lo grande, no, pero decía mi abuela que muchos pocos hacen un mucho y hay personas que guardan  como tesoros sus pequeñas miserias y así, una detrás de otra y todas juntitas, acaban por  convertir a un ser normalillo en un auténtico y enorme miserable.

Conocí una vez a una señora que  se colaba en todas las inauguraciones de exposiciones con picoteo y así cenaba. Se conocía todos los horarios de los saraos y tan pimpante, vinito a vinito, canapé a canapé, cenaba. Compraba la ropa de segunda mano incluido el calzado.
Era millonaria. 

Es peor cuando las miserias se llevan en el alma y se escapan cada dos por tres. Esas personas me dan pena.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Tiranos

Imagino lo que pensaréis si os digo que la generosidad engendra tiranos. Pero no os llaméis a engaño: dadle a un niño todo lo que os pida y os convertiréis en su juguete; por la misma regla, dadle todo a alguien y os devorará sin dilación. Y digo más, ni el amor sin medida, ni la amistad desinteresada, ni la confianza ciega. Nada debe darse sino con la dosificación pertinente, porque una sobredosis puede resultar fatal. Os aseguro que daña las vísceras, a veces de manera crónica.

El tirano se presenta a veces bajo un estado de gracia o beatitud, pero las más, va asociado a un victimismo brutal. Tiene gran capacidad de infectación, pero tiene la ventaja de que inoculado gradualmente, consigue neutralizar la generosidad, por lo que a medida que se entra en contacto progresivo te haces más resistente. Y si persistes, tendré que dar la razón a aquel que dice que el que soporta una tiranía acaba por merecerla.

Tiranías aparte, es mi deseo que el verano haya sido delicioso.

El grito (Munch)