lunes, 23 de diciembre de 2013

Solo fue ayer




He recordado a una niña muy pequeña de la mano de su madre y sus hermanos yendo llena de ilusión a ver la cabalgata de los Reyes Magos.  Mientras, su padre estaba trabajando hasta muy tarde.
A la niña que pasaba horas y horas viendo unos cuentos preciosamente ilustrados aún sin saber leer del todo. Mirando aquellos buenísimos dibujos de unos libros tamaño folio y tapa dura, los cuentos de antes, muy delgaditos pero magníficos. 

Los reyes siempre acertaban con los cuentos… hasta que cerraron la pequeña papelería que vendía sobres azules cuando aún se escribían cartas y había todo un menú de papeles diferentes para escribir.  Cuando se vendía tinta azul, tizas de colores, lápices que olían a madera y adornos de navidad de papel seda de colores que formaban guirnaldas, farolillos y banderitas.
Y aquellas luces, las luces amarillas, rojas, verdes y azules que llenaban de vida y color las calles.
Solo son recuerdos.

Mucha salud y mucha suerte. Hay todo un año por delante por estrenar.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Sea!

Deva, Clara, Holden, g minúscula y Víctor: mis mejores deseos para vosotros, no sólo durante estos días, sino durante todito el 2014.

Y para todo el que tenga a bien pasarse por aquí.


lunes, 2 de diciembre de 2013

Perfil de la ruta de la serenidad


Se trata de una ruta de alto nivel que requiere cierta preparación previa, no apta para indecisos.

No hagas caso de quienes te digan que es dura, son sólo los que no se atrevieron y su consuelo es que no te atrevas tú.

Es conveniente soltar lastre desde el comienzo, ya que esto dificulta la subida repentina que hay nada más comenzar.

Para no perderse en las muchas encrucijadas, llevar siempre un mapa que señale los pasos que hemos seguido hasta llegar al punto actual.

No malgastes tu energía quejándote del polvo del camino, del calor o el frío, de la lluvia o el viento: debes saber que todo ello forma parte del paisaje.

No pidas ser remolcado por nadie ni siquiera un corto trecho, porque agotarás las fuerzas de tu compañero y tendréis que desandar el camino.

Párate a observar todo lo que te encuentras, pues para disfrutar el paisaje de la cima debes conocer bien el sendero.

Las rozaduras se convertirán en pequeños y satisfactorios trofeos personales cuando consigas tu objetivo.

Puedes colgar en cualquier rama todo lo que te sobra, lo mejor es llegar con lo imprescindible.

A medida que subas notarás que respiras mejor y te sientes más ligero.

A poco que te apliques, podrás alcanzar la cota más alta: siéntate en cualquier piedra a observar de nuevo el mundo desde esa perspectiva, calma tu sed con agua fresca, deja que el viento despeje tu mirada mientras besa tu rostro.


¡Entonces te darás cuenta de lo pequeño que se ve todo!