Se trata de una ruta de alto nivel que requiere cierta
preparación previa, no apta para indecisos.
No hagas caso de quienes te digan que es dura, son sólo los
que no se atrevieron y su consuelo es que no te atrevas tú.
Es conveniente soltar lastre desde el comienzo, ya que esto
dificulta la subida repentina que hay nada más comenzar.
Para no perderse en las muchas encrucijadas, llevar siempre
un mapa que señale los pasos que hemos seguido hasta llegar al punto actual.
No malgastes tu energía quejándote del polvo del camino, del
calor o el frío, de la lluvia o el viento: debes saber que todo ello forma
parte del paisaje.
No pidas ser remolcado por nadie ni siquiera un corto
trecho, porque agotarás las fuerzas de tu compañero y tendréis que desandar el
camino.
Párate a observar todo lo que te encuentras, pues para
disfrutar el paisaje de la cima debes conocer bien el sendero.
Las rozaduras se convertirán en pequeños y satisfactorios
trofeos personales cuando consigas tu objetivo.
Puedes colgar en cualquier rama todo lo que te sobra, lo
mejor es llegar con lo imprescindible.
A medida que subas notarás que respiras mejor y te sientes
más ligero.
A poco que te apliques, podrás alcanzar la cota más alta:
siéntate en cualquier piedra a observar de nuevo el mundo desde esa
perspectiva, calma tu sed con agua fresca, deja que el viento despeje tu mirada
mientras besa tu rostro.
¡Entonces te darás cuenta de lo pequeño que se ve todo!
Despues de leerte me explico el porqué escasea tanto, es dificil y lejana de alcanzar.
ResponderEliminar¿Sabías que en la Luna, el mar de la Serenidad está entre el mar del Frio y el de la LLuvia?
Quizás tu ruta llegue hasta allí.
Olvidaste aconsejar desnudarse en la cima, para volver vacío al valle.
ResponderEliminarQue difícil es a veces desprenderse de la mochila tóxica. Tus instrucciones son muy acertadas. Yo acabo de hacerlo.
He vuelto del camino de la serenidad sin lastre.
Besos Fusun