lunes, 27 de mayo de 2013

Ladrón



Un vulgar tironero. Ni siquiera de guante blanco.

La chica incauta caminaba hacia la estación a coger el tren cuando se le acercó. Con la mejor de las sonrisas le pidió fuego. Ella, que estaba un poco desconcertada entre el ruido y la gente extraña, agradeció esa sonrisa acogedora, pero allí mismo, mientras se inclinaba un poco sobre su bolso para buscar el mechero, él agarró el asa de su maleta y se marchó raudo perdiéndose entre el gentío.

Ella se quedó con el mechero en su mano extendida, ofreciéndolo a nadie.

El ladrón se llevó en la maleta todos los tequieros que llevaba para aquel viaje, todos los besos de todos los despertares que le quedaban, todos los otros besos de noches apasionadas, todos los abrazos junto con aquellas palabras ahora impronunciables porque también se las había robado, todos los escalofríos sobre una piel acariciada.

Ya no le quedaba equipaje. Así que no tomó aquel tren.




2 comentarios:

  1. Es cierto que a veces hay que dejar pasar un tren y volver a llenar la maleta de ilusiones con las que coger el siguiente. Corto pero intenso relato.
    Abrazos Fusun

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  2. Por suerte, gran suerte, a veces la vida permite llenar otra maleta.
    Muy nueva, muy grande y toda ella por descubrir.

    Precioso Fusun.

    Abrazos

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