lunes, 29 de abril de 2013

Cerraduras, cerrazones




La llave pudo abrir la puerta del alma desangrada que tímidamente se asomó al exterior luminoso diluyendo su terrible cerrazón.

Se replegó el alma sobre sí misma ahogándose sobre su propio lamento, incapaz. La cerradura estaba orientada a poniente. Cuando el sol descendió sobre  su horizonte, un rayo oblicuo vino a coincidir con el ojo de la cerradura, partiendo la oscuridad del alma en mil pedazos que pudieron escapar por la abertura. Y el alma se liberó.

No hay puertas cerradas ya. El alma se abre en un fluir inesperado.

1 comentario:

  1. Bonita manera de expresar la libertad, tal cual, como un estallido de color.
    Pecioso Fusun

    ResponderEliminar