Era un sobre de esos amarillos que se utilizaban para cosas
poco importantes.
Incluso, tenía alguna huella grasienta del pincho de tortilla
trasnochado que estaba sobre la mesa.
El joven observó a su jefe, hombre de edad indefinida, voz
indefinida, mirada indefinida. Así lo había guardado en su rincón de memoria
por si algún día se atrevía a contar en un libro todo lo que estaba viviendo
como becario en aquella redacción de un periódico puntero de su ciudad.
¡Niño! – Estaba hasta las narices de que le llamasen niño –
no era ningún niño, tenía su carrera terminada y estaba con el doctorado a
vueltas y trabajando de recadero porque no le dejaban hacer otra cosa y solo para
poder poner en su currículum que tenía experiencia.
¿Experiencia?
¿De qué? si no había escrito ni siquiera una frase.
Pero ahora tenía el sobre en la mano, tenía que desarrollar una noticia con los
datos que le daban, no había nada que investigar, solo le daban cuarenta caracteres y luego llevarlo al
compañero para que lo colocase escondido entre políticos corruptos, crisis
devastadoras, protestas callejeras y menos callejeras. Menos pacíficas de lo que querían admitir.
Dudó unos segundos antes de abrir el sobre, lo contempló y
acarició casi con mimo, era su noticia, era importante para él. Cuarenta
caracteres pueden dar para mucho.
Antes de escuchar a su jefe decirle ¡Con aire, niño, con aire que hay prisas! Ya
estaba sacando el papel blanco y desdoblándolo. Temblaba la hoja en sus manos.
Cuando leyó el contenido el alma se le cayó a los pies, ¿Cómo desarrollar
aquello? ¿Cómo encajarlo en una plana de aquél periódico?
Se sentó antes de darse por derrotado, no podría, no estaba acostumbrado, aquello ya
no se llevaba, ya no se ponían ese tipo
de noticias ni en la telebasura.
Otro joven que estaba en sus mismas circunstancias, -
becario por cuatro euros - al verle tan desanimado le preguntó qué
pasaba apoyando las manos en la mesa.
Él, levantó los ojos y tristemente le contestó…. – Es una
buena noticia - ¿Cómo voy a desarrollar una buena noticia? Preguntó con desaliento.
¡No nos lo enseñaron
en la facultad!
El reto consiste en eso, en tirar adelante a pesar de lo increible de la vida.
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