jueves, 26 de septiembre de 2013

Pequeñas miserias



El ser humano puede llegar a ser maravilloso o todo lo contrario, un saco de miserias.

No hace falta ser un criminal, ladrón o cargarse cualquier otro mandamiento, solo hace falta ser miserable.  No miserable a lo grande, no, pero decía mi abuela que muchos pocos hacen un mucho y hay personas que guardan  como tesoros sus pequeñas miserias y así, una detrás de otra y todas juntitas, acaban por  convertir a un ser normalillo en un auténtico y enorme miserable.

Conocí una vez a una señora que  se colaba en todas las inauguraciones de exposiciones con picoteo y así cenaba. Se conocía todos los horarios de los saraos y tan pimpante, vinito a vinito, canapé a canapé, cenaba. Compraba la ropa de segunda mano incluido el calzado.
Era millonaria. 

Es peor cuando las miserias se llevan en el alma y se escapan cada dos por tres. Esas personas me dan pena.

1 comentario:

  1. Todos portamos algunas miserias, pero algunos van lastrados, tienes razón en eso. He de reconocerte que a mí no me dan pena.
    Mezcla tus miserables con mis tiranos y tenemos un estupendo cóctel.
    Besos, Deva.

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