Y dejé tus veinte años suspendidos en una tarde,
dejé tus labios esperando besos.
Asomada a la baranda de la incertidumbre
te quedé esperando un inútil regreso.
(Es tan corto el amor y es tan largo el olvido)
Oteas sin querer ver que ya no existo,
ansías sin sospechar mi indolencia,
malgastas tu juventud insatisfecha de abrazos
y te quedas inerte, helada y lesa.
(Es tan corto el amor y es tan largo el olvido)
Te mientes desde que yo te mentía,
te engañas en tanto que yo juego;
enciendes tenaz tu esperanza
te quemas lentamente y no hay fuego.
(Es tan corto el amor y tan largo el olvido)
Mi nombre es una letanía amarga
que pronuncias casi sin aliento,
y yo no te escucho, ya no me importas,
pasó mi amor, mi olvido, mi tiempo.
Habitación de hotel. Edward Hooper |
Oh, ese Hopper. Y esos versos.
ResponderEliminarMiro a la mujer y soy yo misma. La que perdió sus cosas en el encierro del cuarto. La que recita la letanía amarga y engañosa de un nombre.
ResponderEliminarEstoy con Juan Antonio... ese Hopper!
Hopper era el pintor de la soledad.
ResponderEliminarLos versos también reflejan soledades. Las de dos personas que se alejan poco a poco sin remisión.
Son preciosos.
Otro abrazo
Las habitaciones de hotel son solo zona de pasa, algo pasajero como muchos amores :)
ResponderEliminarun saludo
perdón... zona de paso :)
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